Estoy acostumbrado a relacionarme con organizaciones de todo tipo de sectores y tengo la suerte de ver muchos proyectos de negocio que surgen cada día y otros que se han materializado y ya están en marcha.
También mantengo la relación con directores y gerentes en cuyas empresas apuestan tanto capital como energía con la esperanza de crear un negocio próspero que les brinde la tan anhelada independencia financiera.
Pero por diferentes motivos esto no siempre es así y existen muchas causas que conllevan al fracaso de empresas, algunas en crecimiento y otras que ni tan siquiera van a llegar a existir bien sea por falta de liderazgo, problemas internos, las dos cosas a la vez, etc.
La falta de una cultura empresarial puede crear confusiones a futuro sobre quién es la empresa, su relación con clientes, proveedores, empleados, etc. así como hacia dónde se dirige.
Todo esto, en conjunto, se verá reflejado en sus resultados.
Es importante que una empresa se plantee su razón de existir, a dónde quieren llegar o cómo se verá dentro de un determinado tiempo para así trabajar y operar persiguiendo un objetivo claro.
Muchos dirigentes ignoran el impacto que tiene para un negocio la definición clara de una cultura empresarial en la que ni tan siquiera se han planteado su misión, visión, valores y, para mi lo más importante, una estrategia adecuada a sus recursos.
La improvisación es otra de las razones de decadencia en una empresa.
La mala planificación conlleva a problemas de supervivencia.
Una mala administración, la mezcla de gastos personales de los propietarios con los gastos de la empresa, el nulo análisis estratégico, la falta de lanzamiento de propuestas que cubran las necesidades del mercado, carencia de innovación, subestimar a los competidores y el incumplimiento continuo de los compromisos adquiridos tanto internos como externos, conlleva a un descontrol financiero importante como a problemas personales que puede llevar a esas organizaciones a no lograr sobrevivir.
Por otro lado, están las personas que se creen capaces de dirigir sus propios negocios, pero desafortunadamente, son muy pocas las que verdaderamente poseen aptitudes de liderazgo y pensamiento estratégico.
Gente que se quieren rodear de otros que les hagan su trabajo, eludiendo sus propias responsabilidades en pos de su bienestar y su beneficio personal, ya sea en tiempo o económico.
Es importante que, como líder, seas consciente de la importancia y lo que aportan los colaboradores de tu empresa. Valora su trabajo y respeta sus facultades para llevar a cabo los procesos. Esta es la diferencia entre un negocio que evoluciona y otro que no lo hace.
Otra causa del fracaso de una empresa, pero no por ello menos importante, puede estar asociada al control de las personas, sobre todo en ambientes familiares o situaciones poco formales.
Aunque el control siempre es importante dentro del crecimiento de una organización, existe un punto en el cual un exceso de control puede resultar contraproducente y llevar a la destrucción de la misma.
El control excesivo se manifiesta cuando los dirigentes de una organización tratan de supervisar y regular cada aspecto del trabajo de sus empleados, limitando su autonomía y capacidad de tomar decisiones.
Esta actitud puede surgir de la desconfianza, el miedo o la incapacidad de quien la mide de hacer las tareas, pero a menudo lleva a consecuencias no deseadas por tratar de medir todo desde su propia incompetencia.
La innovación es el motor clave para el progreso de las organizaciones …
dentro del entorno altamente competitivo en el que vivimos.
Sin embargo, el exceso de control anula la creatividad y el experimento necesarios para fomentar la innovación.
Cuando los empleados se sienten tan presionados, casi micro gestionados y no tienen la libertad de probar nuevas ideas, se limita su capacidad para encontrar soluciones creativas a los desafíos que enfrenta la organización.
En este escenario ¿cuál es el resultado?, que la empresa se vuelve estática y se queda rezagada frente a otros competidores más ágiles y adaptables.
Estos pseudolíderes no se dan cuenta que el exceso de control lleva al descontrol y en muchos casos lleva a los equipos de trabajo a caer en ingentes y repetitivos trabajos administrativos que desencadenan una pérdida de tiempo vs. evolución y agilidad en los procedimientos, más aún en empresas donde ni siquiera hay suficiente personal para llevar a cabo todas las tareas.
Personalmente pienso que es importante tener cierto nivel de control para garantizar la eficiencia y la dirección estratégica. Sin embargo, el exceso del mismo limita la innovación, la creatividad y el compromiso de los empleados. Esto puede llevar a un estancamiento organizacional y a la incapacidad de adaptación a los cambios del entorno empresarial.
Asimismo, puede afectar negativamente al compromiso de los empleados.
Cuando las personas no tienen la capacidad de tomar decisiones y se sienten constantemente supervisadas, su sentido de autonomía y autorrealización se ve comprometido.
Esto conlleva una disminución en la motivación y la satisfacción laboral, generando un ambiente tóxico y desmotivador. Los empleados pueden volverse pasivos, desinteresados e incluso buscar oportunidades en otras organizaciones que les brinden mayor libertad y autonomía.
En resumen y para ir acabando,
El éxito de una organización radica en su capacidad para aprovechar el talento y la creatividad de su personal.
Al evitar el control excesivo y fomentar el empoderamiento, las organizaciones pueden prosperar, adaptarse y sobresalir en un entorno empresarial competitivo y en constante cambio.